Apoyamos el planteamiento de recurrir al endeudamiento porque creemos que es una herramienta eficaz y con gran potencial. Pero también queremos decir con claridad que el Gobierno debería tomarse este asunto mucho más en serio: no se puede hacer política industrial a golpe de titulares.
Valoramos positivamente que se recurra al endeudamiento para articular un instrumento financiero que impulse la industria. Es un primer paso en un largo camino en el que deberíamos estar mucho más avanzados, ya que, los instrumentos financieros que posibilitan una política industrial activa han estado en el país durante los últimos largos años de gobiernos PNV-PSE. Sin embargo, la máxima ideológica que se ha seguido ha sido la de “la mejor política industrial es la que no se hace”.
Rehuir anuncios efectistas
Rechazamos la política basada en la necesidad de realizar anuncios efectistas en términos mediáticos sin la necesaria solidez de las propuestas que se presentan. La alianza financiera es un “protocolo” que se sostiene “con pinzas”. A día de hoy, no existe una reflexión sólida compartida por los diversos actores financieros que pueda poner las bases de un sistema financiero vasco y articular un ecosistema coherente ordenando los muy diversos instrumentos y vehículos financieros al servicio de una política industrial de país. En este sentido, llama poderosamente la atención que, al tiempo que se anuncia la creación del fondo Indartuz por parte del Instituto Vasco de Finanzas, Kutxabank, pieza fundamental de la alianza financiera, haya presentado su propio fondo denominado Indar Kutxa. A su vez, la previsión de que los 1.000 millones de euros que va a disponer el gobierno en el Fondo Indartuz por medio del endeudamiento van a movilizar 3.000 millones de inversión privada no tiene base contrastable. Es un desiderátum, y cabría preguntarse sobre la conveniencia de anunciar esta cifra de la manera en que se ha hecho. No se puede hacer política industrial a base de anuncios efectistas.
Anticipación y proactividad
Hemos sido críticos con la formulación de iniciativas como la Alianza Financiera o el Grupo en Defensa de la Industria. Las consideramos insuficientes, indefinidas e improvisadas. Y creemos firmemente que no estamos en un momento para la improvisación: la coyuntura actual exige actuar con visión y con planificación.
En este sentido, en la reunión mantenida el pasado 15 de abril trasladamos al Lehendakari una propuesta que trazaba prioridades estratégicas para reforzar nuestras capacidades. Entre otras medidas, planteamos la transformación del Grupo en Defensa de la Industria en un Consejo para el Diseño de la Política Industrial, el paso de la Alianza Financiera a un Fondo Soberano, y la creación de un órgano de prospectiva estratégica y análisis de futuro.
Antes, en el contexto del debate sobre los presupuestos del año 2025, planteamos dos cuestiones que entendemos se corroboran con el paso del tiempo: 1/ Las previsiones económicas para el ejercicio 2025 nos parecían excesivamente optimistas; al cabo de pocos meses, hemos terminado hablando de un posible “nuevo momento covid” al hilo de los aranceles de Trump. 2/ El proyecto de presupuestos otorgaba un margen de actuación muy escaso ante los retos sociales y económicos que tenemos en frente; hoy debatimos la necesidad de activar 1.000 millones de inversión en la industria y se acaba de cerrar un acuerdo con los sindicatos para fortalecer el sistema educativo con una memoria económica de 100 millones según el propio Gobierno. Todo indica que seguimos siendo incapaces de adelantar debates, anticipar escenarios y no ir a rebujo de los acontecimientos. Este gobierno sigue teniendo dificultades para funcionar en términos proactivos. Sigue haciéndolo en términos reactivos.
Conectar debates y coherentizar políticas
Nos encontramos en un nuevo ciclo económico, ante un mundo nuevo. Ante esta realidad incontestable, el pasado 28 de enero, hicimos un análisis económico en el Forum Europa. Allí afirmamos que no basta con pequeños cambios incrementales: es momento de activar transformaciones exponenciales. Y eso requiere tener una clara conciencia del momento histórico, abandonar la ortodoxia neoliberal, asumir un fuerte sentido comunitario y construir una cultura política capaz de anteponer la visión a largo plazo frente a la inmediatez y la política de corto alcance.
Tenemos la sensación de que se están abordando los diferentes debates de carácter socioeconómico de forma inconexa, sin la necesaria visión global de las cosas: salarios, vivienda, política industrial, fiscalidad… no pueden ser debates aislados. Necesitamos una política coherente, con visión a medio-largo plazo. El ajuste fiscal que se ha aprobado recientemente es buena muestra de lo que no hay que hacer. Este ajuste se ha hecho en el peor de los momentos y de la peor de las maneras. Planteando un debate fiscal excesivamente parcial, centrado en determinadas deducciones y sin atender las cuestiones fundamentales relacionadas con el modelo social y económico en un momento disruptico como este. Hoy nos endeudamos 1.000 millones y se ha alcanzado un acuerdo en la Comisión Mixta del Concierto Económico para habilitar la posibilidad de endeudarnos 2.000 millones más. Saludamos que el endeudamiento haya dejado de ser un tabú. No obstante, hay que hacer un uso inteligente y estratégico de la deuda, y plantear una política financiera sostenible a medio plazo. Más deuda y menos ingresos fiscales (como se prevé a raíz del ajuste fiscal) no es una política financiera sostenible.
Por tanto, más allá de la sesión de mañana, consideramos que el pleno monográfico que se celebrará el próximo 4 de junio en el Parlamento Vasco será una buena oportunidad para abrir esa reflexión. Porque estamos convencidos de que este país necesita entablar una conversación pública de altura, con rigor y seriedad, con mirada de largo alcance, sobre su futuro social y económico. Un debate que, necesariamente, debe tener como eje la justicia social y la solidaridad intergeneracional.