Cuando se analiza la situación global, cinco imágenes vistas este verano son suficientes para hacerse una idea de la época histórica en la que vivimos:
- Europa ha entregado su proyecto a Estados Unidos. Europa se ha convertido en una colonia de Estados Unidos. Esto es una rendición tanto en las formas como en los contenidos. Y tendrá graves consecuencias para el modelo de bienestar europeo. Gran parte del aumento del gasto militar se destinará a comprar armas a Estados Unidos. Al garete la autonomía estratégica y el pacto verde.
- Aceleración de la emergencia climática. Las olas de calor y los incendios han confirmado que el cambio climático se está produciendo más rápido y de forma más violenta de lo que se esperaba.
- Ascenso de la extrema derecha. Europa ha girado claramente a la derecha; la extrema derecha está cada vez más presente en gobiernos y condiciona cada vez más a otros ejecutivos. La extrema derecha tiene cada vez más capacidad para marcar el debate público.
- Israel ha decidido expulsar a los palestinos de Gaza, llevando el genocidio hasta sus últimas consecuencias; con el apoyo de Estados Unidos y la pasividad de la Unión Europea. Se está dibujando un mundo en el que los derechos humanos no valen nada, donde no existen reglas del juego. Por suerte, lo que no hacen los gobiernos lo está tomando el tejido de la sociedad civil.
- El precio de la vivienda está en máximos históricos, tanto el alquiler como la compra. La vivienda se está utilizando como bien de especulación, rompiendo el contrato social.
Podríamos estar bastante de acuerdo al valorar también la situación política de España: la política española es tóxica, no aporta nada bueno. Hay una polarización extrema, pero conviene ir más allá: puede que la derecha haya tomado una decisión estratégica que empieza con Zapatero y termina con Sánchez en este periodo: “el sistema político que ha sostenido el régimen del 78 necesita una mutación: olvidémonos de los abertzales vascos y catalanes y gobernemos el Estado con una agenda centralista, supremacista y de extrema derecha”.
Creemos que con este diagnóstico básico todos podríamos estar más o menos de acuerdo, con matices aquí y allá. Si esto fuera así, también deberíamos coincidir en los siguientes dos principios básicos:
- Necesitamos una perspectiva más sólida desde el país. El centro gravitatorio del debate político debe situarse en nuestro país. No podemos LIMITARNOS a mirar lo que pase en la Unión Europea o en España. Debemos pensar y desarrollar políticas públicas con visión de país y, en la medida de lo posible, HACERLAS; para ello hacen falta acuerdos de país.
- Sea cual sea el escenario futuro en España, debemos aprovechar esta ventana de oportunidad para resolver la discusión sobre el estatus político. Desde una perspectiva nacional queda claro que necesitamos otro autogobierno. Y, desde la visión del Estado (que para nosotros es una visión internacionalista), no hay otra opción que imponer a la decisión estratégica de la extrema derecha una alternativa progresista y plurinacional.
Es el momento de pasar de las palabras a los hechos. Hay que dotar de sentido a la legislatura y de contenido a la agenda vasca, que puede ser el punto de encuentro entre diferentes. Todo ello para propiciar acuerdos en el desarrollo de políticas públicas con visión de país, así como definir un nuevo estatus político. La agenda vasca como iniciativa que permita el avance tanto nacional como social de esta parte del país, pase lo que pase allí fuera y venga lo que venga los próximos meses.
Por ello, en el pleno de política general, propondremos un esquema de trabajo con cuatro carriles para este curso político:
- ¿Cómo actuar en el caso de las políticas públicas que se han demostrado fallidas?
- ¿Cómo proceder en el caso de políticas públicas en las que puedan alcanzarse acuerdos parciales?
- ¿Qué acuerdos de país son posibles?
- Compromiso para resolver el ejercicio del nuevo estatus político.